viernes, 24 de enero de 2014

La dependencia (emocional)

Desde que el ser humano nace, depende de forma crítica de otros seres humanos para su supervivencia, y para un correcto desarrollo físico e intelectual. Estos vínculos, a su vez, le proporcionan una seguridad emocional  y le  ofrecen un apoyo y sustento (también económico) hasta su maduración.

En su etapa más infantil, el individuo depende en gran medida de sus padres o tutores, principales modelos educativos, y  al llegar a la adolescencia necesita principalmente de sus amigos otros grupos sociales para crear su identidad. Con la juventud, llega la explosión del ser en todas sus facetas: a nivel físico, intelectual, emocional, sexual, y  donde, en  función de las circunstancias,  podrá extraer  en mayor o menor grado todo su potencial.

Si estos vínculos han sido positivos,  en su madurez se verá provisto de recursos emocionales y psicológicos, que le servirán de colchón para el resto de su vida.  Factores como una buena autoestima, un buen modelo educativo, familiar y social, ofrecerán al individuo un poder inestimable para poder enfrentarse al mundo que le rodea, crear un hogar, desempeñar un trabajo, u otras actividades a la sociedad, etc. Aun así, como el ser humano es un ser social por excelencia, necesitará del amor y afecto  de sus seres queridos, ya que cada uno de ellos le aportará un granito de arena a su bienestar.

No obstante, como en todo, es importante una justa medida, y desgraciadamente, la dependencia emocional  es un trastorno que ocupa entre el  7 y 10% de consultas al psicólogo. Así mismo, afecta a más mujeres. ¿Por qué se produce?

La dependencia emocional tiene la base de cualquier adicción en general, ya que sea al alcohol, a las drogas, a Internet, al sexo,…lógicamente, salvando las distancias entre cada una de estas patologías.

La dependencia emocional surge de la necesidad de refuerzo por parte de una persona, grupo institución o actividad, y la aprobación de ella para su autoestima y su felicidad. Puede ser de un padre o una madre o de la pareja, por ejemplo. Esa persona siempre necesita de otros factores externos que le están dando su seguridad, y no es feliz sin ellos.

Por otro lado, el estado de ánimo del dependiente es voluble y tiende a la ansiedad, ya que depende del trato de esa persona o la buena relación, así como la buena opinión de ella  para sentirse bien. Por tanto, prefiere, ponerse en segundo lugar, anteponiendo los deseos y opiniones de ésta a los suyos.  Predomina el temor, la inseguridad en su relación, por miedo a perderla, y no es capaz de disfrutarla y le invadan sentimientos de culpa, siente que es responsable de la felicidad del otro.

Así mismo, es probable que se obsesione en esa relación, y aunque le haga daño no sea capaz de dejarla, y  tienda a aislarse socialmente, no sea capaz de dejar esa relación por miedo a sentirse solo y puede caer fácilmente en los chantajes emocionales.

Otro aspecto a considerar, puede ser la dificultad que puede tener la persona dependiente para vivir el duelo o la poca tolerancia al dolor, además de la dificultad para manejar conflictos o solucionar problemas, con lo que ello está reflejando una inmadurez emocional.

Según Erich Fromm, existen dos tipos de relaciones,  dependientes o de integridad:

Las dependientes, se basan en la idealización de la imagen propia o de la contraparte, y surgen por el temor del individuo a la soledad,  impulsándolo a someter  o someterse a alguien. Estas relaciones no permiten evolucionar al individuo y extraer su potencial, y nunca producen una verdadera sensación de unión.


                                                                       Foto extraída de la-ampliadora.blogspot.com

Las relaciones íntegras, no obstante, requieren ver  a los otros tal y como son, y no se conservan por miedo, sino que permiten al otro desarrollar sus facetas y su individualidad.

Así pues, es importante para aquellas personas que se hayan sentido descritas, en construir relaciones positivas, y detecten aquellas cosas que le perjudican y que han hecho por amor o por cariño.
Deben mirar principalmente por su bienestar, reforzar su autoestima,  reforzando sus aspectos positivos y poseer valores propios.

Para finalizar, recordar que es importante aprender a estar solos, y no ver esa soledad con negatividad, sino una oportunidad para conocerse y amarse sí mismo, descubriendo sus habilidades, nuevas personas, países, culturas,…en fin… disfrutando del resto de facetas tan importantes de la vida que no había visto antes y ampliando los puntos de mira…
Sobre todo, cuidarse y mimarse, desde el cuerpo, haciendo ejercicio físico, hasta la mente, cultivándose, leyendo, creando nuevos proyectos y teniendo nuevas ilusiones, eso atraerá a personas positivas en nuestra vida…

Recomendamos leer sobre la filosofía del desprendimiento, por Walter Riso, que anima a vivir las relaciones sanas sin indiferencia afectiva, pero sin el sentimiento de posesión o sentirte definido por el otro…

A continuación, aportamos un enlace en el que se entrevista al autor y ofrece técnicas e ideas para enfrentarse al apego emocional o dependencia.

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